05 junio 2005

Territorio Baltar

Vengo de Vilamartín de Valdeorras, territorio Baltar. No me llega el espacio de La Voz para contar todo lo que vi. Y vi a un montón de gente que siguen debiéndole la vida a los políticos; vi buenas personas presas de la ignorancia; vi a cientos de gallegos que ignoran siquiera que tengan dignidad. Con todo, el más digno fue Baltar, que llegó a decir que el mérito era de quienes le aplaudían, porque ellos no sacaban nada de la política y él, en cambio, vivía de ella. Conocí a Manuel Candal, un personaje. Es el alcalde desde los años setenta. Ya era regidor con Franco. Es otro Armando Blanco, el gran jefe que arrasa porque comparte con Baltar esa academia de hacer favores que tan buenos resultados le da al Partido Popular. Me contó el portavoz de los socialistas de Vilamartín que el pueblo está un poco mosqueado, ya no sólo con el hecho de que se haya construido un puente hacia ninguna parte que ha costado un millón trescientos mil euros y que lleva el nombre de José Luis Baltar. Están mosqueados porque al Gobierno municipal se le ha dado por bautizar calles y, de esta manera, Vilamartín cuenta con dos vías que son el cachondeo de una buena parte de los habitantes críticos con Candal: la calle del Conejo y la calle de la Peseta. La primera se la dedicaron, unilateralmente, a un vecino célebre y ya finado al que apodaban así. Pero resulta que al Conejo no le gustaba que le llamasen Conejo, y a su familia menos. Lo de la peseta es en memoria de la difunta moneda. Imaginaos las coñas: calle del Conejo; calle de la peseta.
En el acto de inauguración del puente, al más puro estilo cuchipanda para todos, el alcalde le dio la voz a una vecina para que hablase en nombre de todos. Y escogió a una chica joven, a la presentó así: Os dejamos con Mar, que tiene eso de Graduado Social, cómo le llaman, ¡Sí, Relaciones Laborales! Y Mar hizo un discurso tan arrastrado hacia la figura del hombre-puente que mejor le hubiera ido a la chica estudiando relaciones humanas. La democracia tiene que ser otra cosa. No puede ser que se trate de un sistema en el que varios miles de estómagos agradecidos perpetúan con su servilismo a los que cortan el bacalao. Insisto, los de Vilamartín me parecieron buena gente, aunque creo que están equivocados; nadie debería arrastrarse ante nadie, y menos ante un político.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

moita merda falas fillo da tua nai.Tanto falar, anda fai algo digno na tua vida fillo

19:45  
Anonymous Anónimo said...

Gracias, a túa opinión dame ánimos para seguir na mesma línia.

20:11  

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