08 junio 2005

Venga, nenas, que me lo quitan de las manos

¿Por qué se empeñan los políticos, sean del color que sean, en comprar votos donde la gente compra calamares? Lo hicieron ayer en el mercado de San Agustín de A Coruña. Es un teatrillo de saludos falsos y sonrisas fingidas que, sin embargo, debe de dar buenos resultados. O no se explica que uno esté dispuesto a que lo soben hasta hartar. Claro que en la arena política también hay clases. Acebes se dejó tocar y tocó, no le importó mancharse con las manos obreras de los vendedores, de su sudor, de su trabajo, y eso seguro que no le perdona los pecados, pero lo humaniza; algún otro se anduvo con más cuidado. No conozco a nadie con cuatro apellidos dispuesto a pringarse con el sudor ajeno de un obrero. Quita, quita, no vaya a ser que me despeine, un proletario, qué dices... Me acuerdo de don Antonio: "Y pedantones al paño que miran, callan, y piensan, que saben, porque no beben, el vino de las tabernas..." Lo malo no es ser de derechas o ser de izquierdas; lo malo es pensar que uno está por encima del resto de los mortales porque de casta le viene al galgo. Yo creo que somos más felices los cans de palleiro pero esa, claro, es la opinión de uno que no es galgo.